El otro día publicaba una foto en mi cuenta de instagram en la que decía esto...
SÍNDROME DE ESTOCOLMO ⭐️ Creo que le estoy cogiendo el gusto a estar en casa, en nuestro pequeño refugio, nuestra zona de confort.
Es a los 21 días cuando dicen que nos acostumbramos a nuevos hábitos, y creo que es por eso que muchos ahora estamos más a gusto ahora, nos hemos hecho a la situación.
Quiero que esto termine pero no quiero que termine, llamadme loca, pero la realidad y normalidad que conocemos, no volverá a ser igual y el desconfinamiento me da respeto... ¿soy la única que lo siente así? Las dos veces que he ido a hacer la compra me he sentido como en una realidad virtual, en una película.
Claro que tengo ganas de abrazar, salir, sentir, ir a conciertos, viajar... pero creo que tengo mas ganas de que la gente deje de sufrir, de que cada día mueran tantas personas y se contagien tantas otras, y haciendo algo tan sencillo como estar en casa, podremos conseguirlo.
¿Cómo os sentís vosotros?
Aclaración: sé qué es el síndrome de Estocolmo, quería hacer un símil con la situación, es como si mi casa me hubiera secuestrado a la fuerza y yo me hubiera acabado enamorando de ella. Casi todos lo habéis entendido así, pero lo añado por algún mensaje que estoy recibiendo explicando qué es .
Y justo hace unos días también hice unos stories con una encuesta en la que os preguntaba por vuestras sensaciones y el 93%, teníais la misma sensación que yo: queríais que acabara el confinamiento pero al mismo tiempo no, es algo difícil y extraño de explicar, pero todos me entendisteis a la perfección y lejos de sentirme un bicho raro, aluciné con la cantidad de mensajes que recibí contándome vuestras particulares historias, sensaciones y sentimientos, algo que me enriqueció muchísimo y me hizo darme cuenta de que a veces no necesitamos tanto para vivir, sino mucho menos de lo que podíamos pensar...
Durante este tiempo hemos saboreado el café a fuego lento, mirando por la ventana. Hemos disfrutado de "no hacer nada" dentro de esta rueda de hámster que llevábamos por vida, siempre yendo de un lado a otro con prisas, exigencias, plazos y temas urgentes para ayer...
Por un momento el tiempo se paró y nos dimos un respiro. Apretamos el botón de "PAUSE" para poder mirar a nuestro alrededor y observar que somos ricos sin saberlo, auténticos afortunados y personas dichosas por tener un techo donde dormir, agua caliente, la nevera llena y personas maravillosas a nuestro alrededor, bien la familia que convive con nosotros o la que está a la distancia, así con los amigos con los que hemos descubierto que vernos era más fácil de lo que parecía y que si quieres, tienes hueco para hacer todo lo que te propongas.
Al principio parecía que nos daba miedo estar a solas con nosotros mismos y eso nos aterraba, y es normal, ¡nunca habíamos tenido tanto tiempo para encontrarnos, disfrutar de nosotros y analizarnos detenidamente! Es por eso que empezaron a surgir mil actividades en redes para evadirnos de la realidad que estábamos viviendo, pero después de la euforia de los mil directos al día, pasamos a otra fase de disfrutarnos más, relajarnos y dejarnos llevar en nuestro hogar, nuestro cobijo en el que nada malo podía pasar, aun sabiendo que fuera de nuestras cuatro paredes, cosas terribles estaban sucediendo, como si fuera una pesadilla o una película de terror.
Nos unimos a las 20h con los aplausos que hacían que todos los vecinos saliéramos al balcón y luego bailáramos con la música que duraba hasta las 20:30. Descubrí personas que no había visto en mi vida y que pasaron a formar parte de mi rutina y ahora que son las 20h y ya no salimos, las echo de menos, me entra nostalgia de ese momento en el que con el corazón encogido salíamos a darnos apoyo a través de aplausos y miradas, mientras el himno de España y Resistiré, sonaban con fuerza.
Hemos descubierto que sean cuales sean los metros cuadrados que tenga nuestro hogar, somos felices en él. Que la vida era más sencilla y más fácil de lo que pensábamos, y que tomar un simple vino en la ventana mirando como llovía fuera, podría ser un grato placer. Hemos cocinado más que nunca, probando recetas y, en mi caso, he encendido más el horno estos días que en toda mi vida junta. Me ha encantado improvisar y que después de comer me apeteciera hacer galletas o un bizcocho y poder hacerlas sin pensar "no puedo que me tengo que ir tal sitio", es como si el tiempo se hubiera detenido y pudiéramos hacer todo eso para lo que nunca había tiempo...
Hemos retomado ese libro que teníamos en la mesilla sin tocar porque cuando nos íbamos a poner a leer, era la hora de acostarnos. Hemos dormido bien, pese a que cuando cambiaron la hora, yo estuve unas cuantas noches en vela, pero al menos, en mi caso, he vuelto al hábito saludable de dormir 7h-8h que no sabéis lo bien que me ha sentado...
No os creáis, también he dejado de hacer muchas cosas. Quería ponerme con algunos armarios, reorganizar y me he puesto, pero otras cosas se han quedado en el tintero y estoy tranquila, no tengo ninguna prisa en pisar el acelerador y volverme loca. Al final, teletrabajar, sentir, vivir y disfrutar también de este momento son claves y no tenemos que perder el norte, ahora es más que nunca cuando debemos tomar la brújula y pensar hacia dónde queremos ir...
Respirar con calma, tomarnos las cosas de otra manera, observar el cielo cada día, los sonidos de la naturaleza, pasar más tiempo con nuestros seres queridos sin prisas, sin horarios, sin reloj... En mi caso, estar las 24h. del día con Yago pegados ha sido todo un regalo y creedme que cuando todo vuelva a la normalidad, va a ser lo que más de menos eche.
Lo llaman el SÍNDROME DE LA CABAÑA, en nuestra casa hemos establecido un perímetro de seguridad y ahora, el volver a salir y el enfrentarnos a la incertidumbre nos genera miedo. Miedo al virus, a la nueva realidad y a la vuelta al ritmo frenético anterior. Produce también ansiedad porque no sabemos cómo enfrentarnos de nuevo a lo que teníamos antes y que nunca será igual...
Lo mejor: hacerlo de manera gradual, salir cuando nos apetezca a pasear (no es obligatorio salir a diario) e ir poco a poco.
Es más común de lo que pensamos y como estos días hemos conformando nuestro pequeño mundo a medida, haciéndolo nuestro, defendiendo nuestro espacio y haciéndolo más agradable, único y especial, lo de "afuera" nos genera algo de ansiedad. CALMA. No hay que correr, no hay prisas, todo volverá a su cauce y recordaremos estos días como un momento histórico en el que disfrutamos de nuestra familia más que nunca los que vivierais con alguien, los que no, entiendo que ha tenido que ser más duro sentirse solo la mayor parte del tiempo, pero también habréis salido reforzados.
Hemos aprendido a ser más austeros, más humildes y más solidarios, todos estamos en el mismo barco. Espero que ahora que vamos superando fases, esto no se nos olvide por favor.
Habrá a quien esta situación le haya cambiado por completo, a otros no, pero yo me quedo con esas personas a los que este momento histórico les ha hecho sentir que vivimos en un mundo maravilloso y que tenemos que cuidarlo, cuidando de nosotros y de quienes tenemos a nuestro alrededor y sobre todo, respetando, sin olvidarnos de todas esas familias que se han quedado rotas por culpa de este terrible virus, las personas que han dado la vida por otras y todos los colectivos que han estado al pie del cañón para que al resto no nos falte de nada...
En el fondo, dentro de este caos, desconcierto e incertidumbre, veo sonrisas, esperanza, solidaridad, compañerismo y muchas dosis de emoción.
En el fondo, dentro de este caos, desconcierto e incertidumbre, veo sonrisas, esperanza, solidaridad, compañerismo y muchas dosis de emoción.
Coincido contigo 100%. La semana más rara quizás fue la primera pero a todo se acostumbra uno y en todas las situaciones de la vida hay que aprender a valorar lo positivo que nos aporta, de lo contrario sólo nos hacemos daño.
ResponderEliminarYo me considero afortunada porque el confinamiento ha sido en casa no en una habitación de hospital... y lo más importante, mi gente está bien.
Sería egoísta quejarme por la situación. Claro que tengo sentimientos encontrados, y estoy deseando abrazar a los míos pero de esta cuarentena me quedo con lo positivo... haber disfrutado de mi casa y de mi marido como nunca.
PD. Enhorabuena por tu post, ¡me ha parecido una delicia leerlo!
¡Muchísimas gracias por compartir también estos pensamientos!
EliminarUn abrazo.
Pues si, tenemos que agradecer el no tener que a ver estado en un hospital nadie de nuestras familias. Y hay que tener cuidado que esto todavia no a terminado. Yo creo que ahora es cuando tenemos que respetar todo mas. Besitos guapa
ResponderEliminarSí, no debemos relajarnos.
EliminarUn abrazo
Un post estupendo. Doy gracias a Dios que los míos están todos bien
ResponderEliminarBesos
Me alegra saberlo.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Pues comparto esas sensaciones, empiezo a trabajar el próximo lunes y la verdad es que no tengo ningunas ganas. Estoy súper gusto en casa, siempre he sido muy casera así que en ningún momento me ha costado acostumbrarme a esto, además, a ésta sensación se suma, que la vuelta al trabajo no va a ser idílica ni en las mismas condiciones que estábamos, sino que vamos a tener que tomar muchísimas precauciones, tener mucho cuidado con todo y eso genera aún más incertidumbre y preocupación, por lo que nos damos más cuenta aún de lo agusto que estamos en casa, o al menos eso es lo que me pasa a mi. En fin, será cuestión de empezar e ir adaptándonos poco a poco, después de todo, el cuerpo es sabio y ahora es cuando más cuenta me he dado de eso.
ResponderEliminarBesos.
Gemeladas
Así es, mucho ánimo para el lunes.
EliminarUn abrazo.
Thank you so much!
ResponderEliminarGenial este post! Me han encantado las fotos! ❤
ResponderEliminarPajaritas al viento ▶◀
¡Gracias cielo!
EliminarYoure super stunning!!!
ResponderEliminarThanks babe!
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