¡De nuevo a la carga con un post de los que os gustan, un "post de reflexión"! Me los estáis pidiendo muchas por email con unos comentarios que me llegan al lama y por eso he decidido ir haciendo más entregas, porque veo que de verdad os gusta lo que escribo y yo no puedo estar más feliz :)
Mi post de hoy viene como siempre con un mensaje positivo, aunque el comienzo no lo sea. Llevaba unos días en los que "no me aguantaba a mí misma"... ¿la razón? Ni yo misma la sabía, simplemente he estado como desubicada varias veces, nerviosa e inquieta. Quizá los viajes constantes hayan tenido que ver, sumados a las prisas con muchos proyectos y otros factores, han hecho que mi mente esté alerta más horas de las necesarias y por eso esa constante sensación de ansiedad.
Me considero una persona tranquila, pero a veces quiero tenerlo todo tan controlado que cuando hay cosas que no dependen de mí y algo se desprograma, me altero un poco. Como siempre, el factor improvisación está bien y dentro de lo malo, cada vez se ma da mejor. Me gusta ir a mil y yo creo que "hasta me pone", pero a veces, es cierto que se necesita más calma.

No obstante, creo que lo que he tenido esta semana ha sido cansancio, mucho cansancio. Aunque el fin de semana pasado disfrutamos de
un finde de relax, comencé la semana con las pilas cargadas pero cansada, quizá por lo que se me avecinaba en la semana: viajes de un lado a otro, madrugones, momentos clave y mucho trabajo que no se ve (emails, proyectos varios, entregas, plazos que cumplir...) A veces me da la sensación de que desde fuera soy la
"chica que se dedica a hacerse fotos", sin embargo, me alegra ver cómo tanto mi familia y amigos y, sobre todo, Mr. Trendy, no paran de reconocer las horas que meto para hacer que toda la maquinaria engrane. No me considero un ser extraordinario, sé que cualquier autónomo hará lo mismo que yo y restará horas de ocio y otros planes a quedarse trabajando domingos, fines de semana... ¡que nos conocemos!
Como os decía, aunque estoy más que acostumbrada a viajar e ir de un lado a otro (la maleta va siempre en mi coche y ya cuento con básicos dentro de ella que nunca saco), esta semana he notado que sí me he afectado. Puedo dormir en cualquier sitio, me adapto a cualquier tipo de comida y madrugo todo lo que haga falta para recorrer la península, sin embargo esta semana todo me ha descolocado y como os digo: llegué a casa después de la vorágine muy ilusionada por todo, pero al mismo tiempo, como vacía. Una sensación extraña. Por un lado con el "Rebeca no te quejes que eres una afortunada por todo" y por otro, "estoy triste, no sé qué me ocurre y me metería en la cama y no saldría hasta mañana"... ¿Qué contraste eh? ¿Os ha pasado alguna vez?
A mí hacía mucho que no me pasaba y, como bien os decía, he supuesto que era cansancio y, también, saturación tecnológica: vivimos rodeados de cosas maravillosa a través de la red, mientras dejamos de vivir nuestra propia realidad.
Así que tomé aire, le conté a Mr. Trendy lo que me ocurría (que también el pobre llevaba una semana tremenda de trabajo), apagué el ordenador y me dije que en un día no haría nada relacionado al trabajo: ni contestar ni leer ningún mail, nada... hasta hoy sábado noche que os estoy contando esto para que podáis leerlo mañana, pero porque me apetecía escribirlo y creo que así, también me libero :)

Si la desconexión era el viernes por la tarde, el sábado me levanté con una sensación también extraña. Me levanté sobre las 9.30 con el cuerpo destrozado, como si me hubiera pasado un camión por encima (y es que esta semana tuve una pequeña contractura y mi cuerpo no estuvo en las mejores condiciones...) y todavía algo triste. ¡Triste! ¿Yo, que siempre estoy contenta? Algo raro en mí. Se había acabado mi leche favorita para desayunar, así que Mr. Trendy me dijo, venga, nos cambiamos y vamos a comprarla juntos. Algo tan feliz como eso me alegró el día. Volví a casa a desayunar más feliz que una perdiz. Con esta pequeña tontería comenzaba a animarme y a venirme a arriba (sí, qué simple soy, pero mejor así :)
Yago se fue a entrenar y yo me quedé deshaciendo las maletas que todavía estaban en el vestidor sin tocar. Las bajé al trastero y encendí un momento el ordenador para poner música y así, terminar la bolsa para irnos a pasar un día con la familia.
Al abrir Facebook leí un texto que me emocionó y me llenó de ilusión y que podéis leer
aquí Con lágrimas en los ojos, apagué el ordenador, sonreí y me dispuse a comerme el sábado, disfrutando de una comida familiar estupenda, de jugar con mis sobrinos, de las risas con mis tíos, de ser feliz con cosas sencillas. Olvidé la cámara en el coche, se apagó la batería del móvil y a mí me dio igual. No necesitaba más. Entonces me di cuenta una vez más, los límites que nos ponemos a veces a nosotros mismos...
A veces nos bloqueamos y parece que todo lo que nos rodea se tuerce, como si retrocediéramos... Lo que no sabemos es que muchas veces, necesitamos respirar para coger más impulso y seguir adelante con más fuerza si cabe. Ver estas fotos me da mucha fuerza y me trae muy buenos recuerdos, y además, me indican que esta semana será una GRAN SEMANA... así que quería compartirlas hoy con vosotros.
Retrocede, pero sólo para coger carrerilla... ;)
Por cierto, aprovechando este tipo de post, como algunas me habéis pedido vídeos de motivación (estos post en formato vídeo) quería preguntaros al resto si os gustaría verlos y que los comenzara a hacer. No tengo ni idea de grabar ni editar, pero bueno, aprendería con ensayo-prueba-error y por eso, me gustaría conocer vuestra opinión. Os agradecería que votarais en la siguiente encuesta para saber si así merece la pena. ¡Mil gracias como siempre por vuestra colaboración!